viernes, 12 de septiembre de 2008
Death Magnetic según la revista Rolling Stone
Metallica - Death Magnetic
En los 80, el thrash metal no era una escena, era una carrera armamentística: los riffs se hacían cada vez más rápido, las baterías eran cada vez más grandes. Pero con el Album Negro (1991), Metallica optó por el desarme unilateral, redujo los tempos y acortó las canciones, fundiendo sus traqueteadas guitarras y los pistones de sus baterías para hacer blindados estribillos pop. Luego, la banda fue de reinvención en reinvención, desde Load (una infusión de rock sureño, de 1996) hasta esa confusa y bizarra sesión de terapia grupal que fue St. Anger (2003). Death Magnetic es el equivalente musical de la invasión rusa a Georgia: un repentino acto de agresión de un gigante dormido.
Justo cuando U2 retomó su identidad esencial post-pop, este álbum es Metallica volviendo a ser Metallica, específicamente a la versión épica –obsesionada con la velocidad de la época– de la trilogía modelo de sus discos de mediados de los 80: Master of Puppets, Ride the Lightning y especialmente el progresivo ...And Justice for All. Todo eso queda claro desde los noventa segundos del primer track de Death Magnetic, "That Was Just Your Life", en el que la banda descarga una andanada de riffs a cargo de James Hetfield y de golpes de bajo y batería en ocho tiempos de Lars Ulrich. Este sonido desaparecido desde hacía tiempo –tan esencial para Metallica como las variaciones sobre el riff de "Start Me Up" son para los Stones– aparece constantemente en el álbum. Uno se pregunta cómo estos cuarentones van a poder tocarlo en vivo noche tras noche.
Death Magnetic marca la ruptura entre el grupo y el productor Bob Rock, quien piloteó cada álbum de Metallica desde 1991 hasta 2004 y los presionó para que alcancen precisión e inmediatez, hasta St. Anger, cuando parece que finalmente se rindió. (Bob Rock merece el crédito de haber logrado producir algo de música con una banda decidida a autodestruirse, como lo demuestra el documental de 2004 Some Kind of Monster ). Rick Rubin, el nuevo productor, empuja a Metallica en la dirección opuesta: la mitad de los tracks de Death Magnetic duran más de siete minutos y tienen una estructura de canción que no sigue tanto el modelo "estrofa/coros/estrofa" sino más bien un "larga intro / zapada heavy / estrofa / zapada más heavy / puente / solo salvaje / coda".
Esta parece ser la movida correcta en una era en que el Guitar Hero es la nueva radio de rock (el álbum completo se va a poder descargar para usar con el juego, como corresponde). De todos modos, es improbable que las estaciones del Top 40 vayan a meter a Metallica entre Chris Brown y los Jonas Brothers. Estas canciones no se sienten muy largas, y las mejores combinan la habilidad melódica del trabajo más maduro de Metallica con el poder de batalla totalmente armado y preparado desde sus primeros días.
St. Anger fue un intento mal dirigido por recuperar el mojo de la banda sonando "cruda", pero Death Magnetic logra un sonido gigante, pulido, y duro. El significado del álbum probablemente tenga algo que ver con volver a la vida. Todo recupera su sentido en "Broken, Beat and Scarred" –destinada a ser la favorita de los fans–, que logra encauzar la potencia total de Metallica detrás de un mensaje positivo: "Lo que no te mata te hace más fuerte", canta Hetfield con la fuerza suficiente para que el cliché no se sienta como tal. El aforismo que parafrasea casualmente proviene de El crepúsculo de los ídolos, de Nietzsche, que se subtitula Cómo se filosofa con el martillo. El filosofar de Metallica puede ser un poco tembloroso, pero ojalá que ese martillo continúe golpeando por mucho tiempo.
Por Brian Hiatt
Fuente: Rolling Stone
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