martes, 5 de agosto de 2008

Cómo somos los peruanos

Interesante artículo aparecido en "La República" recomendado por el Dr. Lucho Hard Drug.



Como somos los peruanos
Por José Luis López Follegatti

Hay una complicidad entre dos palabras que describen a los peruanos: división y diversidad. Nos catalogan como divididos, desunidos y carentes de nacionalismo. Desde cuando Atahualpa se enemistó con su hermano Huáscar, o cuando Túpac Amaru no logró unir a todos siendo traicionado por algunos, o cuando la clase gobernante se dividió antes de la guerra con Chile, o el enfrentamiento del Apra con la izquierda en el 30, o la división de la izquierda en el 80 o la de los partidos democráticos y liberales a inicios del 90.

Los peruanos somos divididos pero al mismo tiempo, el Perú y los peruanos también somos diversos, variados y múltiples. Diversos como cultura, en la biodiversidad, en los tipos raciales, en la comida, en la danza, en la artesanía, en los climas, en los recursos marinos, en los modos de hablar, en los saberes y creencias de cada pueblo, en la música, en las identidades locales, en las herencias de las culturas preíncas, en la migración y mestizaje de las culturas del mundo, en la arquitectura, en las plantas, las frutas. Y así los peruanos nos llenamos de orgullo pues somos una sede planetaria de la diversidad.

Otro rasgo del peruano además de su ser dividido, es su desorden, y tiene lógica, pues si andamos divididos pues obvio que seremos desordenados. Desorden ante el Estado, las normas urbanas, los horarios, la relación con la autoridad, con los compromisos y las acciones. Pero este desorden esconde una virtud. Esa inmensa disposición a navegar en la incertidumbre y por ende a la combinación, la fusión, la alquimia, al mosaico de formas, estilos, y a las formas más inéditas de cooperación y convivencia. De esta manera, ofrecemos singularidades que comienzan a abrirse al mundo con un nuevo valor. Sabemos combinar y producir productos, estilos y formas de asociación que recogen lo mejor de cada quien y cada cual.

Nuestro nacionalismo está dispuesto a recibir lo de afuera, mostrando humildad para aprender. Para algunos esto es visto como baja autoestima, para nosotros es una poderosa ventaja competitiva. Lo que viene de afuera es recibido por una rica y poderosa forma de nuestro (fragmentado) ser nacional. En esos momentos se produce entonces una tensión de innovación y riqueza, entre lo que llega, lo que se encuentra y cómo se adecúa. Y cuando ello sucede nace un nuevo y renovado valor, que hoy puede reproducirse y ofrecerlo al mundo gracias a la globalización, la revolución del conocimiento y la revaloración por la cultura local.

Divididos y diversos, desunidos pero fusionados, desordenados pero con una enorme capacidad de adaptación, con baja autoestima pero al mismo tiempo flexibles e innovadores, fatalistas pero tolerantes, y así sucede que en el ritmo de estas dualidades fluye un poderoso nacionalismo abierto al mundo.

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