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lunes, 25 de febrero de 2008

"Por qué odio los Oscar" Por Cesar Hilderbrandt



El chato Hilderbrandt, punzocortante como siempre escribió una genial nota sobre su odio a los premios oscar.

Mi odio hacia la ceremonia de los Oscar sólo puede compararse con el que siento por los matadores de focas bebés.
Y sí, algo también se mata con los Oscar, algunas cosas sucumben en ese escenario que es el olimpo de la vanidad más grande con el menor respaldo posible. El buen gusto, por ejemplo, resulta varias veces muerto. Y también, por lo general, se mata a la justicia. Para el primero de los crímenes están los comentarios al borde de la alfombra roja y los modelitos que las divas llevan a cuestas. Para lo segundo –el asesinato constante de la justicia– está la elección sistemática de lo banal y lo externo, la consagración previsible de todo aquello que la industria cinematográfica ha decidido construir como nueva mercancía.
Cientos de millones de seres humanos pasteurizados por Hollywood se han pegado anoche al televisor. Muchos más de los que vieron, a esa misma hora, el documental de Nat.Geo sobre el calentamiento global. Y muchos más de los que han visto las películas que se disputaban ese trofeo ridículo ideado por un empleado de la Metro en 1928.
Debo explicarme mejor: mi odio por los Oscar es inversamente proporcional a mi amor por el cine. Porque resulta que lo que a mí me parece premiable no lo es para la mafia de Los Ángeles y lo que es maravilloso para la mafia a mí me parece, casi siempre, un fiasco.
La llamada “Academia etcétera” –un club endogámico donde los actores se premian entre ellos, las actrices se van rotando en el trono de mimbre y el lobby judío ejerce una influencia enorme– jamás premió a Hitchcock o a Kurosawa, a Bergmann o a Fellini, pero podría hacerse un tomo del tamaño de la guía telefónica con la lista de medianías sin remedio que han dicho “gracias, muchas gracias” después de recibir su premio.
No premiaron a Orson Welles por “Ciudadano Kane”, pero le dieron once de esas cosas doradas a “Titanic”, un naufragio de película. Y encima convirtieron en non plus ultra como actriz a Kate Winslet, de quien nadie hablará dentro de cinco años.
Y en un año en el que había que premiar a actores negros porque así lo exigía lo políticamente correcto, entonces le dieron su Oscar a Forest Whitaker, uno de los peores actores que he visto en varias décadas de cinéfilo. Pero, claro, se lo dieron porque hizo el papel de Idi Amín y, en ese caso, la presión del lobby judío –el rescate de Entebbe: negro caníbal versus inteligencia israelí– hizo lo suyo. Como hizo lo suyo a la hora de premiar al insoportable Roberto Benigni por “La vida es bella”, una huachafada insultante para quienes de verdad sufrieron los horrores de los campos de exterminio nazis.
Cómo serán de tramposos y enrevesados estos administradores de honores truchos que hicieron de Cecil B. De Mille, un director de cartón para películas de cartón-piedra y trompetas romanas, poco menos que un genio. Cuando la verdad es que el señor De Mille era un paisajista holístico y un José María Pemán recreando la Biblia para el canal 33.
A “Lo que queda del día” no le dieron ni un Oscar de hojalata, pero le entregaron cuatro a “Cleopatra”, con Elizabeth Taylor haciendo de reina egipcia maquillada por Elsa Maxwell en un ataque de lujuria lésbica. Y a “El hombre elefante”, ni el cobre, pero sí a ese bodrio cecilbedemilesco llamado “El espectáculo más grande del mundo”.
Nunca premiaron a Richard Burton porque les caía gordo que fuera tan borracho, tan talentoso y tan exitoso con sus mujeres (y que, además, recitara con voz de guarapero mundial a ese otro borracho glorioso llamado Dylan Thomas). Y nunca le dieron nada a Alber Finney probablemente por las mismas razones.
No nominaron a Jodie Foster por “Pequeño Tate”,una película brillante, pero sí a Sofía Coppola por “Lost in Translation”, un aborto pentamesino de película.
Y así podríamos seguir. Los Oscar son la farsa más exitosa del mundo. Sólo ciertas Iglesias están por encima. Y la alfombra roja –no lo olviden– está siempre en todas las grandes farsas: bodas, celebraciones de hermandad, inauguraciones de gobiernos.

Tiempos Violentos: Solo una objeción, Kurosawa si fue galardonado con un oscar en 1951 por la cinta "Rashomon" en la categoría de mejor película extranjera.

Resultados de la entrega de premios oscar 2008



Javier Bardem, el primer español en recibir el oscar a mejor actor de reparto.



La francesa Marion Cotillard recibe el galardon por "La vida en rosa"




Los ganadores de la noche: Los hermanos Ethan y Joel Cohen reciben el premio de las manos de Martin Scorsese.

GANADORES:

Mejor película: "Sin lugar para los débiles" (No country for old men).
Mejor dirección: Joel Coen y Ethan Coen por "Sin lugar para los débiles" (No country for old men).
Mejor actor: Daniel Day-Lewis en "Petróleo sangriento" (There will be blood).
Mejor actriz: Marion Cotillard en "La Vie en Rose".
Mejor actor de reparto: Javier Bardem en "Sin lugar para los débiles" (No Country for Old Men). Mejor actriz de reparto: Tilda Swinton en "Michael Clayton".
Mejor película de habla extranjera: "The Counterfeiters", Austria.
Mejor guión original: Diablo Cody por "Juno".
Mejor guión adaptado: Joel Coen y Ethan Coen por "Sin lugar para los débiles" (No Country for Old Men).
Mejor fotografía: Robert Elswit por "Petróleo sangriento" (There Will Be Blood).
Mejor banda sonora: Dario Marianelli por "Expiación".
Mejor canción original: "Falling Slowly" de "Once", musica y letra de Glen Hansard y Marketa Irglova.
Mejores efectos visuales: Michael Fink, Bill Westenhofer, Ben Morris and Trevor Wood por "La brújula dorada".
Mejor dirección artística: Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo por "Sweeney Todd".
Mejor diseño de vestuario: Alexandra Byrne por "Elizabeth: La edad dorada"
Mejor maquillaje: Didier Lavergne y Jan Archibald por "La Vie en Rose".
Mejor montaje: Christopher Rouse por "El ultimátum de Bourne".
Mejor edición de sonido: Karen Baker Landers y Per Hallberg por "El ultimátum de Bourne".
Mejor sonido: Scott Millan, David Parker y Kirk Francis por "El ultimátum de Bourne".
Mejor documental: "Taxi to the Dark Side" de Alex Gibney y Eva Orner.
Mejor película animada: "Ratatouille" de Brad Bird.
Mejor cortometraje: "Le Mozart des Pickpockets" de Philippe Pollet-Villard.
Mejor cortometraje animado: "Pedro y el lobo" de Suzie Templeton y Hugh Welchman.
Mejor cortometraje documental: "Freeheld" de Cynthia Wade y Vanessa Roth.